viernes, 8 de febrero de 2008

TERAPIA DE GRUPO


Me sucede lo mismo que a mi hijo Javier en tantas ocasiones: enuncio las teorías divinamente pero... llevarlas a la práctica es otro cantar. Me explico. Cuando juega con Bernie -nuestro santísimo San Bernardo-, su impulsividad le lleva a tirarle de las orejas con fuerza o a golpearle con el puño en el lomo (el perro ni se inmuta, claro), al tiempo que dice, muy serio: "No se le tira de las orejas; no se le pega".

Todo esto viene a cuento del curso que acabamos de terminar con ALANDA. Bajo el enunciado CUIDANDO(ME): CÓMO MANEJAR Y AFRONTAR EL ESTRÉS EN LA FAMILIA, padres y madres nos hemos reunidos durante tres sábados para escuchar y poner en práctica las explicaciones de Inmaculada (estupenda y divertida comunicadora, por cierto), de la RED CONCILIA. Salvo aprender a distinguir cada día entre lo IMPORTANTE y lo URGENTE (reconozco que me cuesta mucho), no descubrí nada que no hubiese "leído" con anterioridad.

Entrecomillo esa palabra porque ahí está el quid de la cuestión. Lo leo, lo proceso en el disco duro de las neuronas, abro el archivo correspondiente cuando lo necesito... y soy incapaz de llevarlo a la práctica. Para más inri, no sólo he consumido y devoro libros sobre el tema (tengo varias estanterías repletas en la sección "autoayuda" de la biblioteca casera), sino que he acudido a los cursos más dispares: yoga, control mental, inteligencia emocional, respiración, relajación y meditación...

No doy por mal invertidos los sábados dedicados al estrés familiar, todo lo contrario. Como en cualquier disciplina, estas charlas han servido para refrescar conocimientos y convencerme, por enésima vez, de que hay que ponerlos en práctica. Pero me pasa como a Javier: asfixiada por el día a día, me descubro respirando superficialmente al tiempo que mi cabeza recita: "Deberías parar cinco minutos y realizar unas cuantas respiraciones abdominales"; cosa que, por supuesto, no hago.

Sin embargo, lo que más me sigue conmoviendo de estas reuniones no son los contenidos. Se trata de algo que va mucho más allá. Hablo de esa especie de comunión espiritual (en el sentido más amplio de la palabra) que se produce entre quienes asistimos por el hecho de ser familiares de niños con discapacidad intelectual y/o problemas de conducta. Hablo de esa sensación de comodidad por encontrarte entre iguales, de la comunicación que a veces no necesita palabra alguna, de lágrimas contenidas o vertidas, de los momentos amargos y de dudas expuestas sin tapujos. Y hablo también de las risas que nos permitimos con quienes podemos compartir tantas experiencias.

Yo necesito cien líneas para describir todas estas sensaciones y emociones. Mi compañero de vida, que es de Ciencias y tiene un envidiable sentido práctico para todo, lo define y resume así: se llama TERAPIA DE GRUPO.
P.D.: Mil gracias de corazón a todos los profesionales de ALANDA que hacen posibles estos encuentros.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Para las que vivimos apartadas de grandes nucleos poblacionales añoramos esa terapia de grupo. Cuando somos tan pocos en muchos km a la redonda, resulta dificil conectar con alguien que empatice. Y claro, cada día tienes menos ganas de explicar nada a quienes no les importa realmente, pues la convivencia es para quienes convivimos, los problemas lo sabemos nosotros, cuan duro es tambien, las risas sinceras y la alegria de los pasitos lentos. Así que cuando encuentro a alguien que comparte mi sentir es como si estuvieramos esperandonos.
Hoy mi sabado es casero y ruidoso, nos envolvimos de espuma mientras nos azotó el levante; tremendo temporal en el Estrecho.
Y de nuevo os encuentro, mi terapia de grupo.

Anónimo dijo...

Gracias por tus palabras, Esperanza: me hacen sentir que este blog merece la pena. Y también que tu fuerza es tan tremenda como los temporales del Estrecho. Estamos aquí para ayudarnos unos a otros y tu lo haces con tus comentarios. No creas que vivir cerca de una gran urbe (estamos a 30 km. de Madrid) es una ventaja. Hemos recorrido 50 km. de ida y otros tantos de vuelta cada uno de los tres sábados del curso. Y cuanto más ruido, más incomunicación.
Besos.

Anónimo dijo...

ola bueno antes de nada decir que soy un xabal de 21 años de ourense en galicia que veo y leo a mercedes mila y que a traves de su blog en telecinco he llegado aqui.
si te soy sincero te admiro a ti y tu marido e hijos, la fuerza que tienes me ha hecho ver que la vida no es un jersey de marca o un simple mp4, que es precioso vivirla intensamente y agradeciendo el poder vivirla.
Tambien quiero decir que aunque te parezca mentira creo que todas las madres sois iguales de lloronas respecto a las dos opciones del articulo del afeitado jeje la mia lloro cuando me fui a estudiar fuera o cuando fue mi graduación...

Tambien decirvos que me parece indignate que se tenga que pagar por poder tener una vida mejor y ha esto me refiero por que estas buscando a alguien para que ayude a tu hijo en las actividades estraescolares, y es que si se dejaran de tanto politiqueo unos y otros y ayudaran a familias corajes como la vuestra que dan ejemplo impecable de buenas personas y buena fe este mundo iria mucho mejor.

bueno sin mas nada que decir que me pasare mas a menudo por aki porque de verdad que me conquistaste con la naturalidad y el positivismo con que hablas y que mucho animo

Anónimo dijo...

Hola, amigo gallego!!!! Efectivamente, la mayoría de las madres somos todas unas lloronas, pero las lágrimas no siempre son de tristeza: las hay de alegría, de emoción... Sé que hay muchísima gente joven que, como tu, piensa que la vida es algo más que un jersey de marca o un mp4. ¡Muchas gracias por tu apoyo!

Anónimo dijo...

La terapia de grupo es así de maravillosa como dices, porque transciede esos limites de nuestra razón y permite que pocas personas se conecten a nivel espiritual que se nos escapa simplemente. Y que mas importante que drenar nuestras emociones y sentimientos con otras personas que pueden comprendernos algo parecido...

Saludos desde Venezuela!