lunes, 25 de mayo de 2009

¿Qué educación integradora?


El siguiente texto no es mío, sino de Esperanza del Estrecho, una madre seguidora habitual de este blog. Me ha dado permiso para publicar este comentario suyo en la página principal. Creo que refleja muy bien el desánimo y el desamparo de muchos padres y madres. Ante la carencia de recursos y conocimientos, algunos "profesionales" culpabilizan... ¡a sus hijos!

A veces, la educación integradora no es más que un término vacío de contenido, una etiqueta para justificar políticamente carencias reales. Los perjudicados son los niños, capaces de grandes logros cuando tienen los apoyos adecuados. Así lo demuestra Esperanza en su reflexión de soledad y desesperación.


¡Cómo he llorado esta mañana! Entro a trabajar a las 14.00 y de nuevo, a las puertas del colegio "ordinario" en el que mi hijo recibe una educación "integradora" siento una soledad inmensa, como un frente bélico al que Jesús es ausente, abrazado a mi. Su hermana entra sola por otra puerta, la veo desde la distancia, superviviente pizpireta. Pero yo tengo que hacer la fila agarrando a mi niño, rodeados de otros niños de primaria entre los que soy la unica adulta. Comenzamos "bien" cada mañana con esta actitud disgregadora.

Y cuando ya estamos solos en ese patio enorme aparece su maestra. Y ya estoy cansada. Llevo los últimos meses aguantando, tragando saliva por no importunar. Se me llama y vuelcan todo tipo de recriminaciones.Mi hijo molesta. Mi hijo se muestra agresivo, pega a los otros 3 niños de su aula. Me dice que su sexualidad es exacerbada, que no se puede trabajar con él, que teme se autodañe. Que no puede con él. Y ese no es el niño que yo tengo en casa. Si los adultos en los que deposito el aprendizaje de mi hijo no saben ponerle límites, no saben educarle, no saben crearle rutinas, no saben canalizar su hiperactividad hacia algo positivo, no sé.

Porque yo soy consciente de su realidad y me cuesta mucho trabajo terminar los días, pero con mi discapacitado hijo he viajado hasta Argentina, por poner un ejemplo; con mi hiperactiva alma de ocho añitos hemos visto soles de medianoche en el Polo Norte; si en casa lee, si no ha mostrado JAMÁS agresividad, todo lo contrario, no sabe lo que es; si senderea conmigo doce kilómetros entre alcornocales milenarios y vemos juntos un musical en la Gran Via; si conmigo se porta así, ¿en que lo están convirtiendo?

¿Y por qué me lo exponen con tanta brusquedad? ¿Qué puedo hacer sino quererle con todo mi ser? ¿Dónde lo llevo? Y nuestros trabajos y su hermana...

Ay, siento que sobramos. Molestamos, sobramos. Sol mecido por levante en el Estrecho. Tormenta en mi alma.

Esperanza del Estrecho

6 comentarios:

Ana Pastor dijo...

Comparto el sentimiento, en nuestro caso hay que añadir la pena que le damos a los demás porque somos los "Papas del niño con discapacidad".
Nunca ha sido una desgracia, él nos ha cambiado nos ha dado tantas cosas y tiene tanto que compartir que es una pena que amenudo solo somos capaces de verlo sus padres y hermana, para que después te contesten eso de "los padres amenudo niegan la discapacidad de sus hijos".

Mª Angeles dijo...

Por situaciones similares hemos pasado con nuestro hijo, hoy ya con 17 añazos: el sol y el motor de mi vida. Sigue ahí...duro Esperanza y todas las madres- padres de hijos especiales y únicos. Mi hijo, siendo yo tan pequeña, me grande y especial a mí. Qué hice tan bueno para merecerle a él?

Si los demás no sabe valorar a seres tan únicos y no saben el lenguaje de la paciencia, el cariño, si no creen en ellos...no pasa N-A-D-A... aquí est´´an su padre y su madre para luchar por él, por ellos. VAMOS A HACER QUE NUESTRO HIJOS BRILLEN, ellos son oro puro.

Eloy dijo...

Hola Esperanza. Se bien lo que sientes, aunque tu recorrido sea más largo que el mio. He sentido las miradas de reojo, los comentarios a la espalda, la rabia y la indignación. Pero como tu, y como tantos otros padres disfruto cada día de sus sonrisas, de sus juegos, de los besos que me acepta y casi nunca devuelve, de sus avances y de su felicidad. Sergio es un niño especial en el más amplio sentido de la palabra. Pero no es el único especial, también vuestros hijos, tantos niños, jovenes y adultos que comparten la misma forma de ver y vivir el mundo son especiales, y están llenos de cosas maravillosas. Ellos nos hacen también especiales a nosotros. Disfrutemos con su compañía y su cariño y sigamos luchando.

Anónimo dijo...

Es un sentimiento compartido, por la que expresas o por diferentes razones.

Anónimo dijo...

He leido esta carta en algun lugar del blog y sus palabras y sentimientos me han acompañado desde hace un par de meses. Ahora me la vuelvo a encontrar merecidamente destacada porque con total lucidez describe la falta de comprensión hacia estas discapacidades que comportan una manera de vivir diferente.En muchas ocasiones se disculpa por el gran desconocimiento que tenemos y que incluso en la mejor de las predisposiciones no nos permite acertar. Yo viajo contigo en la vida y tengo el gusto de comprenderte acompañando a mi hijo de 8 años sumido en el mundo del autismo. Quima Albalate.

angela dijo...

No deberìa ser así verdad? hace unos dìas buscando colegio para mi hijo encontrè un sitio que se especializa en autismo (dice ser el único y elmejor) cuando entrevistaron a mi hijo hicieron no se cuantas exigencias para poderlo ingresar (exigencias para personas normales), pue según decían no tenían tiempo para estar detrás de un chico todo el tiempo. finalmente me dicen que lo pensaràn. entonces...¿què tipo de autismo reciben? cuando vi como arrastraban por el piso y gritaban a los niños no hice mucho esfuerzo por solicitar elingreso. aún estoy en la búsqueda. Sebastián ha pasado por colegio ordinario donde lo han golpeado, encerrado y por último segregado en un rincón. y como dices tu... la culpa es del niño y de la mamà. pero todo esto nos fortalece nos transforma nos vuelve gladiadores invencibles. un saludo.